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El Señor Jiu no parecía triste en absoluto. En su lugar, había un atisbo de alivio en su rostro.
Su misión había terminado. Ahora, el polvo volvería al polvo y las cenizas a las cenizas.
Ya no tenían ningún apego a este mundo. Deberían haber desaparecido hace decenas de miles de años.
Ye Chen estaba al lado, sin saber qué decir. Su corazón estaba pesado.
¡Estos expertos merecían su respeto!
Estaban dispuestos a sacrificar sus vidas por los seres vivos del Continente Lingwu.
Ye Chen se preguntaba si él era tan noble. Honestamente, solo quería proteger a su familia y amigos.
¡Boom!
El Barco de la Reencarnación emitió un sonido sordo mientras la figura del Señor Jiu se volvía cada vez más ilusoria.
—Mayor, ¡que tenga un buen viaje! —Ye Chen se inclinó profundamente. El Señor Jiu sonrió y dijo:
—No he visto a mis viejos amigos durante decenas de miles de años. Me pregunto cómo se verán ahora.