Ye Chen encontró una cueva y se sentó con las piernas cruzadas para recuperar su energía.
Una hora después, Chen Feng y Wang Qian regresaron a la cueva y le dijeron a Ye Chen que no habían descubierto ningún peligro.
Ye Chen asintió ligeramente, pero había un sentido de peligro persistente en su corazón.
No podía descifrarlo, así que decidió no seguir pensando en ello. Simplemente se ocuparía de ello cuando surgiera.
—Encuentren un lugar para sentarse y recuperarse de sus heridas —les ordenó.
Los dos querían rechazar, pero cuando vieron la mirada de Ye Chen, no tuvieron más remedio que aceptar.
Una hora después, el trío salió de la cueva.
Sin embargo, a pesar de caminar durante mucho tiempo, no lograron avistar ningún Gigante de la Llama Carmesí, y ni siquiera una sola persona.
Actualmente, el Reino Secreto del Santo Demonio ya estaba abierto, y debería haber gente por todas partes. Por lo tanto, esta situación era muy inusual.
