—Aunque Ouyang Jue no dijo nada, sus acciones no eran distintas de pedirle disculpas a Ye Chen, pero ¿pedirle disculpas a un cultivador del reino de Rey Divino que no valía nada? ¡Si fuera él, preferiría luchar hasta la muerte antes de hacer eso! —Lo primero que sintió fue una culpa incomparable. Si no hubiese sido tan impulsivo, su maestro no habría terminado así. —Ahora que lo pensaba, de hecho era un poco agresivo, pero ahora odiaba a Ye Chen aún más por ello. ¡Si Ye Chen no hubiera dicho tantas tonterías, no habría habido tantos problemas! —Zhao Lingxiao miró a Ye Chen con los ojos inyectados de sangre, como si quisiera cortarlo en pedazos con su mirada. —Ye Chen no se inmutó en absoluto. Miró el pequeño frasco en su mano y curiosamente abrió la tapa. Una fuerte fragancia medicinal asaltó su nariz.
—Eh, ¿Píldora de Refinamiento de Sangre? Chico, tienes bastante suerte —la voz de Xiao Yao sonó en la mente de Ye Chen.
