—Bastardo, ¿qué has dicho? —Huang Can estaba furioso. Ya había alcanzado el tercer nivel del reino de Integración Dao, lo que significaba que estaba dos reinos mayores por encima de Ye Chen.
Por lo tanto, desde su perspectiva, Ye Chen no era diferente a una hormiga. Sin embargo, ahora esa hormiga estaba desafiando su dignidad, lo que lo enfureció.
Su aura del reino de Integración Dao estalló. Su inmensa presión espiritual se abalanzó hacia Ye Chen como un tsunami. La expresión de Ye Chen era sombría.
No quería causar problemas, pero ahora parecía que el conflicto era inevitable.
Sin embargo, justo cuando Ye Chen estaba a punto de usar el poder del Cementerio Samsara, la expresión de Li Yu cambió mientras gritaba ansiosamente:
—¡Compañero Daoísta Huang, por favor, no seas precipitado!
