Al mismo tiempo, a cientos de miles de millas de distancia.
En un bosque, Ji Lin caminaba por un sendero de montaña con cansancio. Su hermoso vestido estaba hecho jirones en este momento, y parecía una mendiga callejera.
Conforme caminaba, se secaba las lágrimas. —No llores, no llores. ¡Definitivamente encontraré a Ye Chen!
—Soy la única esperanza de la Hermana Luo, así que tengo que ser fuerte. Este pequeño sufrimiento no es nada. Sollozo sollozo…
—No llores. Ji Lin, no puedes llorar. Aunque no me es familiar este lugar, ¡soy Ji Lin, la intrépida!