Tan pronto como terminó de hablar, el cuerpo de Ye Chen se llenó de poder mientras empujaba el puño del hombre hacia atrás, haciendo que el corpulento hombre tropezara y retrocediera seis pasos.
Estabilizó su cuerpo y luego se volvió para mirar a Ye Chen sorprendido.
—¡Un gran maestro!
—No era de extrañar que Zhu Rende tuviera el coraje de mostrarse aquí…
—¡Resulta que había encontrado a un gran maestro como su respaldo!
Sin embargo, incluso si diez gran maestros vinieran hoy, no podrían salvar a la familia Zhu, ya que habían ofendido al propio estado.
El hombre dio un paso adelante y miró fijamente a Ye Chen.
—Chico, no pienses que puedes hacer lo que quieras en Ciudad de Río solo porque eres un gran maestro. ¡Huaxia no carece de grandes maestros! Si eliges estar del lado de la familia Zhu ahora, te garantizo que te arrepentirás.
—¡Fue una amenaza descarada!
—¿Ya terminaste de hablar? —preguntó Ye Chen con calma.
—Si es así, ¡quítate de mi camino!
