Jin Lengyan recibió la llamada y llegó al callejón muy rápidamente.
Al ver los tres cadáveres fríos, su rostro se volvió extremadamente pálido.
Casi dejó de respirar.
¡El que había muerto aquí no era otro que el tercer joven maestro de la familia Jiang!
¡Este asunto era demasiado grande, tan grande que toda la Ciudad de Río podría sufrir un trastorno!
¡Y no sería un trastorno ordinario! ¡Una sola persona no podría resistirlo sola!
Jin Lengyan se agachó y examinó las heridas en el cadáver de Jiang Wenlin. Frunció el ceño.
Los métodos del asesino eran demasiado brutales. Era simplemente como tortura. ¡Si la familia Jiang se enteraba de esto, definitivamente estarían furiosos!
—Jin Qian, cuéntame todo lo que pasó hace un momento. Cuéntame cada detalle. No te saltes nada. —El tono de Jin Lengyan era extremadamente serio.