—¿Dice quién? ¿Dice el bastardo que me mintió y me convirtió en su amante?
Las palabras de Kate eran como una afilada daga clavada directamente en la conciencia de Michael. Estaba listo para decir muchas cosas para convencer a la amante de su jefe de que se quedase, pero la directa sinceridad de ella lo pilló desprevenido.
—S—Señora, debería calmarse primero y dejarme explicarle.
Kate rodó los ojos —Aparta, Michael. No quiero discutir con nadie en la mañana. Tuve suficiente anoche.
—No puedo, Señora. Mi tarea es protegerla. Si la dejo ir, entonces la estaré exponiendo a muchos peligros en el exterior —respondió Michael, sin moverse de su lugar.
—Tsk, ¡apártate!
Desafortunadamente, Michael era fuerte, y no importaba cuánto intentase Kate apartarlo, él no cedía.
—Señora, necesita calmarse —repitió Michael—. No está pensando con claridad. Por favor, comprenda que Henry también está haciendo su mejor esfuerzo ahora.