—¿Como prueba? —preguntó Mai—. ¿Tienes que actuar así, señora? Sin ofender, pero sé que eres mucho más dura que eso, ¿y te degradarás a ser una esposa maltratada en el tribunal más tarde?
—Sí, debo hacerlo —Kate sonrió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.
—Verás, Mai. Debido a ese acuerdo prenupcial que estúpidamente firmé antes de casarme con él, obtendrá la mitad de mis activos sin poner ningún esfuerzo en ello. Sé que nuestra vida matrimonial ya no es tradicional ya que soy el sostén de la familia. Podría tolerar darle tanto si está dispuesto a hacer las tareas domésticas como un amo de casa, o al menos, simplemente lo mínimo, ¡NO engañarme.