—Necesito que te quedes a mi lado, Mai —dijo Michael—.
La declaración lo tomó a Erin por sorpresa. ¡No podía creer que el supuesto Señor Eckermann que se había enamorado de ella quisiera mantener a esta china cerca de él!
¡Esto fue una traición para ella!
—Señor Eckermann, ¿cómo pudo?! ¿No ve que no me agrada?! ¡No quiero estar en la misma habitación que ella! —dijo Erin—. ¡Si quieres que se quede, entonces me iré!
Michael dirigió su mirada a Erin. Su expresión cambió al instante en el momento en que sus ojos se encontraron. Michael intentó controlar su disgusto, pero todos tienen un límite, y Michael estaba muy cerca de su límite ahora mismo.
—Siempre puedo sacar a Mai de la habitación, Señorita Ross. Pero tenemos mucho que hacer, así que si quieres que ella salga de esta habitación, entonces deberás ayudarme con todos esos documentos —dijo Michael, señalando el grueso montón de documentos al final de la mesa—.
Erin tragó saliva.