—Eres la primera mujer a la que he dejado entrar en mi apartamento —respondió Henry desde uno de los lados de la habitación mientras volvía totalmente vestido—.
Kate dio un salto de sorpresa. Inmediatamente miró a la izquierda y vio a Henry apoyado en la pared. Llevaba una camisa grande y unos calzoncillos tipo bóxer negros que apenas cubrían la mitad de su muslo.
Cruzó sus brazos y miró fijamente a Kate, que llevaba un rato disfrutando la vista de la magnífica puesta de sol. Sus ojos esmeralda la miraron intensamente y dijo:
—Eres la única mujer a la que he permitido entrar a este apartamento.
—¿De verdad? —preguntó Kate—. Ella encontró eso increíble. —¿Ni siquiera tus antiguas amantes?
—Vivía en un dormitorio con mis amigos cuando estaba en la universidad —dijo Henry—. Su ánimo pareció oscurecerse mientras hablaba de esto. —Compré este apartamento hace un año y no traigo aquí a ninguna de mis conquistas.