Michael ya estaba al límite. No sabía qué tipo de poder tenía para poder soportar a esta perra por mucho tiempo.
Pero en este punto, todo lo que quería hacer era verificar a Mai para asegurarse de que la conejita estuviera a salvo y segura.
—Está bien, haré algo con ella —dijo Michael—. Pero deberías esperar aquí, señorita Ross.
—¿Ehh? ¿Por qué? —Erin hizo puchero—. ¡Quiero verte dando una lección a esa perra!
—Porque podría involucrar violencia, y no quiero que veas cómo lastimo a una mujer, tú eres demasiado inocente y pura para ver eso —dijo Michael—. Además, podrían despedirte por incitar violencia.
—Así que quédate aquí y déjame manejarlo, ¿entendido?
Erin se sonrojó al darse cuenta de que Michael estaba a punto de hacer lo que ella quería. Realmente le gustaba este tipo de hombre. Guapo, fuerte y hacía todo lo que ella quería.