Henry estaba atónito cuando vio a Erin sentada detrás del escritorio de Kate, en la silla de Kate. Actuaba como si fuera su oficina, mientras la verdadera dueña estaba sentada frente a ella con la misma expresión desconcertada que él había hecho momentos antes.
Erin saltó del asiento y luego caminó segura hacia Henry. Llevaba una blusa delgada y transparente que dejaba ver su sujetador rosa en el interior y una falda apretada que apenas dejaba nada a la imaginación.
Se detuvo frente a Henry, quien todavía no entendía la situación en la que se encontraban. Él todavía estaba tratando de procesar toda la escena en su mente.
Se sintió aliviado de que Kate no estuviera pasando tiempo con otro hombre, pero también estaba confundido acerca de lo que estaba haciendo esta perra en su oficina.
Por otro lado, Erin miró al apuesto hombre frente a ella, prácticamente babeando por lo que consideraba una obra maestra de Dios.