Habían pasado seis meses desde que Henry asumió como Maestro del Patrimonio Grant, y había pasado un año desde que Kate lo abandonó después de dar a luz a Theo.
Henry habló con algunos socios comerciales mientras se reunían en la Mansión Grant, celebrando su vigésimo séptimo cumpleaños.
Tenía una sonrisa delgada mientras respondía a todas las preguntas sobre él, ya fueran personales o comerciales.
No le importaban las preguntas personales, ya que siempre podía adornarlas con mentiras o fabricar una pequeña historia para apaciguar a estos zorros curiosos.
Pero nunca mentiría sobre la mujer que ocupa su corazón.
—Señor Grant, ¿está seguro de que no quiere conocer a mi hija? Ella tiene su misma edad, y está bien educada y tiene buenos modales. ¡No le decepcionará! —ofreció uno de sus socios comerciales.
—Ya tengo una mujer en mi corazón —respondió Henry sin dudarlo.