Kate sintió que su cuerpo se partía a la mitad mientras intentaba dar a luz al bebé. No sabía cuántas horas habían pasado, y estaba agotada.
Miró al techo y su vista se volvía borrosa a medida que su cuerpo se debilitaba. Quería rendirse porque sentía que ninguna mujer debería experimentar este dolor extremo.
Pero entonces, recordó al bebé que había estado esperando durante años.
—Cariño, tú puedes. Estoy aquí contigo —Henry susurró, dándole a Kate apoyo moral.
Sostenía su mano fuertemente, ignorando cuántas veces Kate le había arañado la mano y el brazo durante el parto. Sabía que Kate estaba pasando por una situación de vida o muerte en ese momento, y estar a su lado era lo menos que podía hacer.