—¿¡Patética?! —Sarah había agotado toda su paciencia con Kate—. Había sido tan amable y agradable con esa perra, pero Kate realmente no tenía sentido de la autopreservación porque seguía provocando a la persona equivocada.
—No sabes lo que estás arriesgando, Katherine. Te voy a joder tarde o temprano por provocarme, ¡zorra!
—¿Ah? Al fin te deshiciste de la falsa amabilidad y elegancia que tenías. Se siente muy liberador lanzar insultos y maldiciones, ¿verdad? —Kate se rió entre dientes—. Cruzó los brazos y mantuvo su cabeza alta frente a Sarah, asegurándose de que esta mujer supiera que Kate no tenía miedo de ella—. Me encantaría verte intentarlo. Me pregunto qué tipo de cosas puedes inventar.