Henry condujo hasta el hospital mental donde Dahlia había estado durante meses, encerrada en su sala, prohibiéndole ir al jardín del hospital a menos que una enfermera y un guardia de seguridad la acompañaran.
Ambos sabían que Dahlia no estaba loca, pero recibían un salario por hacer su trabajo, así que no dijeron nada y simplemente la vigilaban cuando daba un corto paseo por el jardín.
Pero no durante el invierno. Su cuerpo no estaba en la mejor forma, así que prefería quedarse adentro durante el otoño y el invierno, lo cual era muy beneficioso para Henry.
Después de todo, verla encadenada como una especie de criminal peligrosa mientras era vigilada por una enfermera y un fornido guardia de seguridad haría dudar a Kate.
Entraron al hospital mental y fueron recibidos por la misma enfermera que siempre le sonreía a Henry.