Henry se detuvo por un momento. Se preguntaba qué estaba pasando por la cabeza de esa mujer. Pero Lydia rápidamente añadió:
—Me gustas, Henry. Me gustas mucho. Cualquier mujer sería una tonta si no le gustaras, pero verte intentar convertirme en otra mujer solo para poder tener sexo conmigo, es una señal de alarma para mí.
Además, eso también significa que estás verdaderamente locamente enamorado de esa Kate tuya, y yo no soy una mujer que quiera luchar por un hombre —dijo Lydia. Se levantó de la silla y tomó su bolsa—. No te preocupes, tu asistente ya pagó por todo. Me voy ahora. Adiós, Henry.
—... —Henry asintió mientras permanecía en silencio, viendo a la mujer salir de la habitación. Honestamente, ya había olvidado el nombre de esa mujer. Había tenido muchos amantes antes de Kate, así que sus caras se volvieron un poco borrosas, fusionadas y mezcladas la mayoría de las veces.
Pero eso no importaba porque tenía algo más importante que hacer: ¡responder la llamada de su mujer!
