«¿Fuiste tú? ¿Eres Passion Fruit?» —preguntó Giselle—, su rabia evidente en cada pregunta. Estaba visiblemente decepcionada con Robert.
No podía creerlo. Recordaba aquel día en que él estaba con Aliya, ¿entonces cómo terminaron en la misma habitación? Robert se mantuvo tranquilo, sentado a su lado. Al menos no intentó abandonar su oficina, lo que significaba que ella también necesitaba respuestas.
Ignorando la ira ardiente en sus ojos, procedió a explicar.
—Me sentí conmocionado y asustado cuando desperté y me di cuenta de lo que había pasado entre nosotros. Temía que me odiaras —admitió Robert.
«Así que me dejaste esa cuenta falsa y jugaste con mis sentimientos» —dijo Giselle—, dividida entre incredulidad y decepción. Este no era el mismo hombre que había amado y respetado durante tanto tiempo.
Robert esperaba una reacción peor por parte de ella, así que consideró que su respuesta era misericordiosa.