—¿Qué pasa? —preguntó Robin, preocupado. Sabrina frunció el ceño y admitió:
Me arde al orinar. Se sintió cohibida tras decirlo, agradecida de que el chef no estuviera allí para escucharlo.
La abuela se rió entre dientes y asintió, esperando esa reacción. La pequeña trampa de Sabrina contra Robin debía haber evitado que Cecilia estuviera en la sala de partos, pero ella había adivinado en parte que sería así.
—No te preocupes. Te hicieron una episiotomía. Te sentirás aliviada en unos días, pero también deberías informar al doctor cuando venga a revisarte —la abuela la tranquilizó.
—Lo haré —dijo Sabrina seriamente. Justo cuando pensaba que coserle el corte que tenía era suficiente, todavía tenía que lidiar con el escozor que venía con él.
—Ahora come antes de que se despierten —la abuela hizo un gesto a los gemelos en la cuna y habló en voz baja.
Sin embargo, sabiendo que Robin había estado con ella toda la noche, también significaba que él no había comido.