—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó Cecilia, frunciendo el ceño—. Es tu primer hijo, y estás llevando gemelos. Deberías haber estado en el hospital antes.
Temía las complicaciones y también estaba molesta de que Sabrina hubiera soportado todo el dolor sola hasta que no pudo soportarlo más.
¿Y qué hay de su presión arterial? Había otras cosas que necesitaban ser chequeadas en el hospital varias veces durante el parto.
Sabrina se sentía un poco culpable, pero debido al dolor que estaba pasando, toda su atención se desvió, ya que esperaba que todo saliera bien.
—Estaba esperando a que rompiera aguas —gimió Sabrina. Robin la abrazó con fuerza, perdido sobre qué hacer. Podía frotarle el vientre y sentirse inútil por no poder hacer nada más.
Había leído sobre ello y sabía que en este punto, todo dependía de su esposa.