En el jardín, Matilda parecía desesperada, pero Sabrina esperaba pacientemente a que se abriera, evitando presionarla o empujarla.
—Sabrina, lo he arruinado todo. He perdido su confianza y siento que ya no me ama. Temo que me abandone después de dar a luz a nuestro hijo —expresó Matilda amargamente.
Sabrina negó con la cabeza, sabiendo que Devin amaba a Matilda más profundamente de lo que ella se daba cuenta.
—No, no deberías decir eso. Devin no es ese tipo de hombre —le tranquilizó Sabrina, aunque Matilda seguía sin estar convencida.
Ella todavía sentía que Devin estaba guardando algo dentro de él, ya que ya no la miraba de la manera en que solía hacerlo.
—Pero se negó a casarse conmigo cuando se lo sugerí. Inicialmente, él era el que quería que nos casáramos, pero ahora que estoy lista, él dice que no lo estoy —se lamentó Matilda.
Sabrina arqueó las cejas, de acuerdo con Devin en este asunto.