—Bueno, para que tus productos no sean devueltos, alguien tuvo que firmar por ellos, ¿verdad?
—Sabrina planteó una pregunta retórica, recordándole a Robin las entregas que había olvidado en medio de las noticias del secuestro de Sabrina.
—Entonces, Aria te informó —dedujo Robin—, sintiéndose incómodo ya que no tenía ninguna explicación que ofrecer.
—No creo que tuviera elección —respondió Sabrina—, cuidando no implicar a Aria con su jefe.
—Entendiendo la urgencia de esas entregas, Robin comprendió el predicamento de Aria, pero también sintió curiosidad por saber más.
—¿Qué más te contó? —preguntó.
—Todo, porque insistí en saberlo, pero todavía hay algo que no entiendo —admitió Sabrina.
—Robin forzó una sonrisa y preguntó: ¿Qué es eso?
—Mis firmas. ¿Cómo acabaron ahí? —cuestionó Sabrina.
—Robin frunció los labios, inseguro de cómo transmitir la verdad sin hacerla sentir tonta.
—Determinado a no mentir, habló honestamente,