—Más bien lo contrario. Es decir, hemos salido en cinco citas y solo es una charla tras otra. Ni siquiera un abrazo, ni un beso. Creo que me ve como a una hermana o algo así —dijo Lizzy con decepción y se bebió de un trago su vaso de jugo de naranja antes de volver a llenarlo.
Sabrina la miró con tristeza en sus ojos.
Pensó que su hermana era feliz, pero al escuchar esto, solo se sintió confundida.
Matilda también estaba desconcertada al saber que Daniel no había hecho ningún movimiento, lo que la hizo sentir que lo había percibido mal todo este tiempo.
—Es raro, teniendo en cuenta la clase de persona que es. Realmente no puedo entender por qué.
—Bueno, dejé de contestar sus llamadas hace una semana —reveló Lizzy con un tono deprimido. Sabrina perdió la razón en toda la situación y le preguntó,
—¿Por qué harías eso?
—Ya tengo un hermano. No necesito otro hermano —dijo Lizzy con fastidio.