Lizzy, sin experiencia, encontraba difícil entender la mente del playboy. Recordó que él dijo en la fiesta que se había detenido, así que le preguntó,
—Pero pudiste parar por dos semanas.
—Ya van tres semanas porque encontré a alguien que me interesó y ya no quiero gastar mi energía. Quiero reservarla toda para ella.
Las mejillas de Lizzy se pusieron rojas como un tomate por la forma en que la miraba mientras hablaba y no dijo nada más.
Cuando llegó a la casa de Daniel, era similar a la de Devin, excepto por las preferencias de color.
Lizzy observó que su caballerosidad estaba cerca de la de Devin, como abrirle la puerta y esas cosas.
Sin embargo, su hermano era el único hombre cercano a ella, lo que la hacía sentir que las comparaciones no tenían fundamento.
—Puedes dejar tu bolso en mi habitación mientras vamos a la cocina o me sentiré honrado de llevártelo arriba por ti —Daniel sonrió, riendo por dentro al ver cómo la confusión nublaba su rostro.—