Scarlet no se dejó intimidar fácilmente. En lugar de retroceder, mantuvo su posición y aprovechó la oportunidad para empeorar la situación. Así que, en su tono tranquilo y calculado, comenzó. —Te recuerdo, mujer —dijo las palabras mirando en dirección a Sam—. Una vez trabajaste aquí en la empresa, ¿verdad? Si no me equivoco, te acusaron de malversación de fondos y te encerraron un año en prisión.
Gritos y murmullos llenaron la habitación.
Sorprendentemente, Samantha permaneció tranquila y compuesta en su asiento. —Tienes una excelente memoria, Señorita Ross —le dijo a Scarlet en el mismo tono educado que había estado usando antes—. Sin embargo, no tienes los hechos claros. Si fuera culpable de la acusación como afirmas, no estaría sentada aquí en esta misma sala de conferencias.
La cara de Scarlet se puso roja de humillación. —No me hables así. Todavía soy tu jefa.
