El amor es solo una palabra hasta que
alguien llega
y le da significado.
—Paulo Coelho
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No pude girarme y mirar atrás para confirmar mi suposición, pero sabía que él estaba allí. Sorprendentemente, el pensamiento me ponía nerviosa por una razón desconocida.
Mariposas revoloteaban en mi estómago, mis manos se enfriaban bajo los guantes y mi corazón daba una voltereta dentro de mi pecho.
Me dije a mí misma que me concentrara y disfrutara del baile, pero no podía. Estaba tan distraída que me salté un paso, pero Calix acudió a rescatarme y me ayudó a recuperar mi equilibrio.
Calix no dijo nada ni hizo ningún comentario sobre mi falta de concentración. Lo atribuía con suavidad a la cantidad de invitados que abarrotaban la habitación, lo que me ponía nerviosa.
La música llegó a su fin, indicando que su turno había terminado.
—Calix me besó en la mejilla —Feliz cumpleaños hermana—, susurró. Sus labios se extendieron en una sonrisa tímida.