La puerta en la habitación con poca luz se abrió. Sin mirar atrás, Lucas sintió que alguien entraba. Antes de que el hombre hablara, sabía exactamente que era Vince Greyson.
—¿Está bien la niña? —preguntó Vince, con voz tranquila y compuesta.
—La niña está muerta... Lo siento mucho, no pude salvarla —dijo Lucas, girando hacia su dirección.
Miró a Vince con su expresión en blanco como el papel. Sus dedos estaban secretamente rizados en una bola apretada detrás de su espalda. Le llevó una increíble cantidad de autocontrol no abalanzarse sobre el hombre y golpearlo hasta hacerlo mierda por tratar a una niña de cuatro años como prisionera.