Lucas Nicolás St. Alejandro se encontraba en el rincón oscuro de la abarrotada habitación. Sus agudos ojos barrían los cuerpos sudorosos y enloquecidos que giraban en la pista de baile mientras buscaba a alguien.
Maldijo por enésima vez cuando pensó que lo había perdido de nuevo. Debía haberse dado cuenta de que él lo seguía con su coche y aceleró hasta perder su Ford.
Buscó su teléfono dentro del bolsillo de su chaqueta de cuero y miró el monitor. El dispositivo de rastreo se detuvo allí y él revisó el Ford gris y lo vio estacionado en el lote vacío detrás del bar. Él debe estar aquí adentro.
Si no fuera por el dispositivo de seguimiento que instaló secretamente en su coche, no habría podido localizarlo. Casi se rindió tratando de encontrarlo.
La música retumbaba en el altavoz junto al escenario. Se estremeció con fuerza y pronunció otra maldición, pero apenas la escuchó, sus palabras se ahogaron entre el ruido.