La felicidad es la mejor venganza
porque nada vuelve más locos a tus
enemigos que
verte sonreír y vivir una
bien vida.
***
—Angela... —susurré tan suavemente y observé con una abrumadora sensación de satisfacción cómo su rostro de muñeca se arrugó de miedo.
Mis ojos implacables atravesaron sus hermosos ojos jadeantes lo suficiente como para darle pesadillas. —Ha pasado bastante tiempo. ¿Me has echado de menos, querida? —murmuré con una calma amenazadora que podría hacer que Cerbero, el perro de tres cabezas que custodia el inframundo, huya de miedo.
Angela tragó su lengua mientras permanecía congelada como una estatua de mármol. Palideció bajo su piel y el sudor se formó en sus sienes como si hubiera visto un fantasma. De hecho, me sorprendió que aún no se hubiera desmayado del shock.