"Justo cuando pensaba que el beso duraría por toda la eternidad, terminó. Mis ojos grandes y cuestionadores se volvieron a los suyos, preguntándome por qué se había alejado.
Alborotó mi cabello y me regaló una sonrisa encantadora, era tan brillante que iluminaba toda la habitación. Me miró con sus ojos brillando con una ternura inconfundible.
—Gracias por estar aquí cuando más te necesitaba —susurró con los ojos medio cerrados y continuó despeinando mi cabello como a un niño.
—No tienes que agradecerme, As —respondí, con mis mejillas calentándose—. Siempre me preocuparé por ti sin esperar nada a cambio.
No dijo nada. En cambio, me atrajo hacia sus brazos y enterró su nariz en la coronilla de mi cabeza. Cerré los ojos, saboreando el indescriptible momento que parecía mágico.