—Con Heather pegada a mi pecho, me levanté de mi asiento —comenzó Vicente—. Por un segundo casi se resbaló, pero no iba a dejar que eso sucediera. En el momento en que la tuve en su lugar otra vez, ella enrolló sus piernas alrededor de mi cintura y sus brazos alrededor de mi cuello. Se agarraba fuertemente a mí mientras besaba, lamía y mordía mi cuello de forma sensual.
—Cuando comencé a subir las escaleras de dos en dos con ella en mis brazos, Heather agarró mi pelo y tiró un poco. Justo lo suficiente para que yo pudiera sentir el dolor punzante —continuó—. La sensación era más erótica que dolorosa, y me hacía querer devorarla aún más de lo que ya quería.