—¿Han estado despiertos toda la noche? —preguntó Reagan a Reece y a mí mientras entrábamos al comedor. Todos los niños estaban allí terminando su comida antes de partir hacia la escuela.
—Tuvimos una reunión anoche. Duró mucho tiempo. —les dije mientras literalmente caía en la silla que me esperaba.
—Reina Trinidad, ¿quiere que le traiga un poco de café? —preguntó Roisin mientras se acercaba a la mesa.
—No, planeo ir a dormir después de que los niños se vayan. —le dije—. Gracias de todos modos.
—Reina Trinidad, quisiera recordarle que tiene a dos agentes del FBI aún trabajando en su oficina. —Peter, el mayordomo principal, se acercó también—. No creo que tenga tiempo para descansar en este momento.
—Ah, sí, tienes razón. —asentí. Al mismo tiempo, noté que los hombros de Reece caían desanimados.
—Les traeré a usted y al Rey Reece algo de café. Y me aseguraré de que sea extra fuerte. —la voz de Roisin era calmada y un poco apologetica.