—Rugido...
Mientras estaba sumido en sus pensamientos, un gigantesco simio dorado, alzándose más de tres metros de altura, se lanzó hacia él.
—¡El proceso de esprintar hizo añicos a los soldados en su camino, convirtiéndolos en fragmentos de hueso y carne! ¡Esta era una bestia del Reino Marcial Celestial! —exclamó alguien.
—¡Por ello, captó inmediatamente la atención del general, aunque también estaba comprometido en combate y no podía clonarse! —comentó otro.
Sin embargo, en el siguiente momento, un carcelero que había arrastrado por la fuerza, sorprendentemente balanceó su espada, produciendo un qi de espada en forma de media luna que mató al instante al simio dorado.
—¡Quedó atónito! —se escuchó una voz entre la multitud.
—¡Hermano! —exclamó uno.
—¡Qué habilidad! —admiró otro.
El general lo aclamó con un brazo levantado. ¿Cómo podía alguien capaz de matar al instante a una bestia del Reino Marcial Celestial ser simplemente un carcelero?