—¡Podría llamar a James Floss en este momento, y él podría venir corriendo para echarte del hospital!
—¡Aquellos que me han ofendido nunca podrán quedarse en Colorado!
Aunque estaba solo, no tenía miedo en absoluto porque conocía la debilidad de Emilia.
Podía hacer lo que quisiera.
Como se esperaba, Emilia bajó los brazos. Parecía derrotada e indefensa.
Ella sabía que William Davis sería capaz de hacerlo.
La influencia de la familia Davis en Colorado podría no ser omnipotente, pero era suficiente para derribarla a ella y a su hija.
Admitir la derrota podría no detener a William Davis de sus crueles juegos.
Pero…si no lo hacía, solo lograría enfurecerlo aún más, y traería una venganza más loca.
Los sufrimientos de los últimos 8 años ya habían suavizado sus aristas.
¿Cómo podría seguir siendo fuerte?
William Davis disfrutó de su victoria mientras se burlaba:
—¡Aparta!
—¡Quiero hablar con mi querida sobrina!
¿Hablar?
¿Cómo sería eso posible?