—¡No te preocupes!
—Todos los trámites se harán mañana —Oliver Walker prometió.
De hecho, ya lo había solicitado cuando firmó el acuerdo de la apuesta. ¡En cuanto a la fórmula, era aún más sencillo!
Solo que la fórmula secreta no podía ser anunciada públicamente.
Emilia abrió ligeramente sus labios rojos, pero al final, dudó. Ya no se atrevía a cuestionarlo.
Lo principal era que la habilidad de su esposo era demasiado insondable. ¿Y si ella volvía a ser abofeteada en el rostro?
¡Solo podía esperar que esos documentos estuvieran preparados!
La mente de Emilia estaba hecha un lío. Todavía estaba pensando en cómo completar esta apuesta imposible en el menor tiempo posible. No tenía tiempo para pensar en lo demás.
Oliver Walker quería quedarse con ella, pero al ver lo molesta que estaba su esposa, no pudo aprovecharse de la situación. Por lo tanto, se fue al dormitorio de al lado.
¡La mañana siguiente!
¡Dentro de la oficina del presidente del Grupo Davis!
—¡Papá!