—¡Lo tengo! Oliver Walker estaba de pie al lado de su esposa, sosteniendo la barandilla junto al río.
—Cuando amas a alguien, tienes que volverte loco con ella, luchar con ella y ser feliz con ella. También se sentiría triste debido a ella.
El cálido viento del verano soplaba en sus cabellos y rostros. Pero su cuerpo se sentía aún más caliente.
Después de liberar toda la ira contenida en su corazón, Emilia giró lentamente y se volvió extremadamente tranquila. Ya no era tan fría y dominante como cuando estaba en el grupo. Ya no era tan impulsiva como antes.
Un par de ojos vivaces y hermosos miraban a su esposo mientras decía suavemente:
—Cariño, ¡gracias!
Su rostro exquisito y hermoso, así como las hermosas montañas y ríos a su alrededor, formaban un raro cuadro que era intoxicante.