—¡Señora Davis! —gritó Mark Thomas junto a un grupo de investigadores científicos y los guardias imperiales—. ¡Todos gritaron fuerte!
—Mamá... Mamá... —susurró con dolor el corazón de Olivia Walker.
—¡Las lágrimas que había estado conteniendo finalmente cayeron por sus mejillas! —Mamá... ya no quieres a Olivia? —lloriqueó.
—¡Mamá! —Intentó seguir los pasos de Emilia pero fue retenida en los brazos de Mark Thomas—. ¡No queda tiempo, sube al avión, no podemos permitir que la sangre de aquellos soldados se derrame en vano!
—Él era solo un empresario, sin el poder para luchar contra enemigos formidables —se recordó a sí mismo—. Pero si sobrevivía, entonces el mundo de los negocios de Ciudad del Océano Oriental mantendría su equilibrio, y él podría proveer un flujo continuo de fondos a la nación.
