—¿Cómo cuando éramos pequeños? —preguntó con el alma—. ¿Cómo podría ser eso posible?
Habían crecido, ya no eran los chicos y chicas ingenuos que no tenían ni idea sobre el amor. ¡Especialmente Grace Floss, tan resueltamente devota a Oliver Walker, había dado tanto! —exclamaba mientras su imaginación volaba al olor de esas hormonas ardientes—. ¿Cómo podría no?
Sintió como si el pequeño ciervo en su corazón estuviera a punto de saltar mientras miraba fijamente a los ojos de Oliver Walker, preguntando con el alma:
—¿Realmente puede ser como cuando éramos pequeños?
La mirada de Oliver Walker se esquivó.
Pero todavía dijo:
—¡Sí!
Grace Floss mordió su labio con resentimiento:
—¡Pero tú ya has reaccionado!
La ya oscura noche se volvió aún más silenciosa.
Oliver Walker también notó esa embarazosa respuesta fisiológica, solo pudo cambiar su postura para llevar a Grace Floss en su espalda: