—¡Correcto!
—Connor asintió y salió del café con Freya.
Como Freya y Connor habían reservado asientos de primera clase, había un paso especial para ellos para abordar el avión, así que no tardaron mucho en embarcar.
Después de abordar el avión, Freya no continuó charlando con Connor. En cambio, sacó su portátil y comenzó a ocuparse de los asuntos de la empresa.
Connor no tenía nada que hacer, así que solo pudo cerrar los ojos y descansar.
Cuando Connor abrió los ojos de nuevo, habían pasado más de tres horas.
Instintivamente se volvió a mirar a Freya y se dio cuenta de que estaba trabajando.
Al verla trabajar tan duro, sintió un dolor en el corazón.
—Tu esposo ya es tan rico. No necesitas trabajar tan duro, ¿verdad? —dijo él.
—Tu dinero es el dinero de los subestimados, y no tiene nada que ver conmigo. Estoy trabajando tan duro solo para demostrar que soy digna de ti. Si alguna vez tienes problemas, espero poder ayudarte —respondió Freya.