En aquel entonces, Connor y Queta tenían algunos conflictos.
Sin embargo, después, él la hizo ingerir veneno, lo que la obligaba a tomar un antídoto cada mes para evitar sufrir.
Su lealtad hacia él era absoluta ahora.
Además, al dirigir un imperio empresarial tan grande en Newtown, Connor creía que si proporcionaba a Queta suficientes recursos, ella podría sin duda ayudarlo a establecer un imperio empresarial en poco tiempo que pudiera rivalizar con la familia Gómez.
Así que, pensó que ella era la mejor candidata.
Había pasado bastante tiempo desde la última vez que se vieron. Ella parecía aún más hermosa ahora, vestida con un vestido blanco que revelaba su figura seductora. Su delicada cara ovalada estaba ligeramente adornada con maquillaje, exudando un aire de encanto noble. Era el epítome de la mujer con la que la mayoría de los hombres sueñan.
—Señor Connor, ha llegado —Queta lo saludó proactivamente, acercándose a su lado y hablando suavemente.
