—Jaja... —Connor no pudo evitar burlarse al escuchar las palabras de Aida.
—Ah... —En ese momento, Aida lanzó otro grito.
Unos segundos después, Aida finalmente no pudo aguantar más.
Sus labios temblaban mientras gritaba a Connor:
— El disco duro está en mi bolsa. ¡Dame el antídoto ahora!
—¿Me estás jugando una trampa otra vez? —Connor miró a Aida y preguntó.
—No. Te lo ruego, ¡por favor, dame el antídoto! —Aida suplicaba en agonía.
Connor no le dio el antídoto a Aida primero. En su lugar, encontró el disco duro en la bolsa de Aida y lo conectó al portátil. Después de echar un breve vistazo, Connor sacó el antídoto.
Después de que Aida recibiera el antídoto, inmediatamente lo lanzó a su boca.
Unos segundos más tarde, el dolor en el cuerpo de Aida desapareció. Luego, su cuerpo entero se desplomó en el suelo, y se veía extremadamente miserable.
Connor echó un vistazo a Aida y dijo sin expresión:
