Ahora que Freya había recuperado sus recuerdos, definitivamente no estaría a merced de Camila.
—Para satisfacer tus propios deseos, no dudaste en sacrificar mi felicidad e incluso me privaste de mis recuerdos. Realmente no puedo creer que seas mi madre. Nunca te perdonaré. Vine a verte esta vez solo para decirte que no hay nada entre nosotras dos. ¡No quiero que sigas en mi vida! —exclamó Freya con furia.
Aunque Camila había explicado todo, Freya todavía no podía perdonarla.
Después de decir eso, Freya se levantó y estaba a punto de irse.
—Freya, aún no puedes irte. No puedes irte… —Camila se apresuró a extender la mano para detener a Freya.
—¿Aún planeas usarme? —Freya preguntó a Camila sin expresión.
—Freya, sé que no puedes perdonarme ahora. Admito que lo que he hecho está completamente fuera de lugar, pero realmente no puedes irte ahora. Si te vas, estaré muerta segura… —Camila gritó.
—¿Qué tiene que ver tu vida o muerte conmigo? —Freya preguntó fríamente.