—Scarlett, no quiero rebajarme a tu nivel...
—Quinlan apretó los dientes y respondió en voz baja, luego gritó directamente a Connor—. Pequeño bastardo, ¿te robaste a mi novia? Te aconsejo que termines con ella ahora mismo. De lo contrario, buscaré a alguien para que te rompa las piernas. ¿Me escuchaste?
En ese momento, Connor aún no se había recuperado completamente de los efectos de la droga. Se sentó en el sofá con una expresión aturdida, tratando de calmar sus emociones.
Pero, por mucho que intentara controlarse, la sensación de tocar a Scarlett seguía apareciendo en su mente. ¡Esa sensación le resultaba tan embriagadora!
—¿Eres mudo, chico? ¡Te estoy hablando! —Quinlan se puso aún más agitado cuando Connor permaneció en silencio.
Connor parecía ordinario en ese momento y no parecía muy mayor, así que Quinlan no le tenía miedo. Por el contrario, estaba preparado para intimidarlo.