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—Señor Connor, veo que hoy no está teniendo mucha suerte. Quizás no debería jugar más... —Trixie parecía algo reticente mientras aconsejaba en voz baja a Connor.
Después de escuchar sus palabras, no pudo evitar sonreír débilmente y respondió suavemente —Si no juego, entonces por qué no vas y recoges propinas? ¿No quieres ganar dinero? Lógicamente hablando, ¿no deberían personas como tú desear verme seguir jugando?
—Ya he ganado suficientes propinas, y simplemente siento que no necesitas seguir jugando de esta manera. En estos días, he visto a demasiadas personas como tú que lo han perdido todo aquí... —Trixie susurró de vuelta.
Al oír sus palabras, no pudo evitar evaluarla. Podía sentir que la joven que tenía delante tenía sus propias dificultades no contadas, por lo que había venido a trabajar aquí. De lo contrario, nunca le habría dicho esas palabras.
—¿Por qué viniste a trabajar aquí? —dudó un momento y le preguntó suavemente.
