Al día siguiente, a las ocho en punto de la mañana.
Connor se levantó a tiempo y fue al baño para asearse.
Después de asearse, Connor sacó su teléfono y marcó el número de Priscilla.
—Priscilla, ¿ya te despertaste?
—Acabo de despertar… —Priscilla respondió con un tono somnoliento.
Era obvio que Connor la había despertado con su llamada.
—Um, todavía no has desayunado, ¿verdad? —dijo Connor con vergüenza—. ¡Vamos a salir a comer algo!
—Claro, espérame. Saldré después de maquillarme… —Priscilla bostezó.
—¡De acuerdo! —Connor asintió y colgó.
Connor pensó que no tardaría mucho en que Priscilla se maquillara, así que no se quedó en su habitación. En su lugar, fue al vestíbulo del hotel a esperar.
Sin embargo, Connor esperó media hora y Priscilla aún no había bajado.
En ese momento, Connor se dio cuenta de lo estúpida que había sido su decisión.
Al final, incluso sospechó que ella se había vuelto a dormir, así que se preparó para subir a ver qué pasaba.