—¿No harás eso? Vas a arrancarte todo el cabello y convertirte en un padre calvo —se rió ella, aunque estaba con dolor. Su contracción se estaba acercando, el bebé llegaría pronto y no podía evitar sentirse muy expectante, pero también estaba preocupada por Will, ya que parecía que iba a derribar algo para cuando ella realmente diera a luz.
—No debería haberte embarazado —dijo Will en voz baja.
—Oye, voy a estar bien. No frunzas el ceño, asustarás al bebé —dijo Hanna con dulzura. Ella acarició su mejilla y Will besó su mano.
—No deberías consolarme cuando tú eres la que está en dolor... —Will se sintió mal de nuevo.
—Creo que he adquirido un nuevo hábito.
Para entonces, Iris también estaba allí, lo cual alivió algo de la preocupación de Will porque sabía cuánto la reina quería a su compañera y no dejaría que nada le sucediera a Hanna.