—¿Quieres apostar conmigo? —preguntó Lou, sonrió. Llegó temprano en la mañana para traerle el desayuno, lo que molestó a Caña.
—Diré que no podrá librarse de ese molesto caballero —Lou parecía de buen humor hoy.
—No voy a apostar contigo —Iris se levantó. Ella misma estaba molesta con ese caballero.
—No necesitas salir —dijo Caña—. Si ella no puede manejar a su propio caballero, no podrá manejar nada —Caña puso más carne en su plato. Su apetito había vuelto y ella comía más.
—No creo que tengamos ninguna discusión pronto si esto sigue así —dijo Lou, aburrido de escucharlos.
—Voy a ir —Iris se levantó otra vez.
—Bueno, me sorprende que no hayas salido tú mismo y dejar que ella lo maneje —Lou levantó las cejas. Por lo general, Caña sería quien se ocupara de este tipo de asuntos y protegería a su compañera, ¿verdad?