Aliana observó cómo uno a uno los guerreros encontraban su fin y el rugido de los monstruos se volvía aún más feroz. Estaba esforzándose por mantener la compostura, pensando en una solución de cómo podrían meterlos en la manada sin poner en peligro a la gente en su interior.
Mientras tanto, detrás de ella, Joel, Eron y Dyne seguían discutiendo con los caballeros.
—¡Puedes decidir eso fácilmente porque no es tu gente la que está ahí fuera! —Joel estaba furioso. El joven guerrero estaba listo para lanzar uno o dos golpes a estos caballeros.
—¿No te da vergüenza esconderte a nuestras espaldas y retirarte a salvo, mientras mi gente sigue ahí fuera?! —Dyne no podía contener su ira y Eron dijo lo mismo. Quería arrebatar la palanca, pero tres caballeros bloquearon su camino para acercarse a ella.
—Si no te haces a un lado, te mataré antes de que esos monstruos maten a mi gente! —Eron estalló.