"Abby entró a la habitación sola, mientras sus cinco caballeros esperaban afuera con los otros guerreros de la luna. Hubo una breve presentación entre ellos, pero fue corta y tensa.
Mientras tanto, dentro del dormitorio estaban el Serafín, Aliana, el sanador y, yaciendo inconsciente en la cama, estaba la luna de la Manada del Lobo Aullante, la mujer, a quien se rumoreaba como un renacuajo, pero resultó que ella tenía un gran poder de curación, donde pudo sanar a uno de los guerreros de ser un inválido.
—Sus signos vitales están bien, Serafín —Penny le hizo un resumen al Serafín, tartamudeando un poco aquí y allá, porque nunca antes había conocido a alguien tan poderoso como el Serafín.
Para personas pequeñas e insignificantes como ella, el Serafín era similar a una diosa. Alguien de quien solo podrías oír en un cuento. Su poder no tenía rival y era ilimitado. Podían usar su poder como quisieran y no estaban limitados a la piedra mágica, a diferencia de los usuarios de magia.